Casting para Bellatrix Lestrange

Estaba oscuro y solo se oían mis tacones sobre el pavimento. Uno detrás de otro: toc, toc, toc... Sacudí la cabeza, echando hacía atrás mi larga y oscura cabellera, mirando a mi alrededor. Apenas se veía nada, era madrugada; al fin y al cabo no podía dejarme ver a cualquier hora del día, se suponía que mi lugar estaba en Azkaban... Pero yo ya había pasado suficientes años allí, siempre fiel, ¡la más fiel de todos! La que esperaba el día en que por fin resurgiera el más grande de todos los magos, el día en que mi antebrazo izquierdo ardiera como en tiempos anteriores, el día en que mi Señor me sacara de allí y yo fuera honrad como su mejor sirviente.

Se oyó un crujido tras unos árboles. Al momento, saqué mi varita, la enarbolé por encima de mi cabeza y una rayo verde salió disparado de ella hasta impactar con un cuerpo, ahora inerte. Bah, solo era un gato.

Sí, habíamos sido recibidos como los mejors, ¡con la gloria que nos merecíamos! Tantos años encerrados en aquellas celdas... No como aquellos que habían dado por hecho que el Señor Tenebroso había caído, que estaba acabado...

Alcé mi brazo izquierdo y la manga que lo cubría cayó, mostrando aquella serpiente saliendo de la calavera, de la que tanto me enorgullecía, y atravesé la valla que se alzaba delante mía como si de humo se tratara. Seguí el camino a la casa de mi hermana y su marido; aquel inepto de Lucius que había llevado al fracaso la misión en el ministerio. ¡Mi señor se enfureció con nosotros! Pero el señor tenebroso les había dado una oportunidad, un honor a los Malfoy; a mi jóven sobrino Draco se le había encomendado la tarea de asesinar a Albus Dumbledore, aquel viejo chiflado y sobrevalorado que osaba jactarse de ser rival para mi Señor. ¡Idiota! Su tiempo estaba contado. Ah, si Draco acababa con el director, él y su familia serían recompensados, ya lo creo, muy bien recompensados. Y si no, ya acabaría Snape el trabajo. Aquel juramento que hizo con mi hermana me pilló desprevenida; yo siempre creí que Snape estaba a las órdenes de Dumbledore. Pero, al parecer, mi Señor confiaba en él, y yo no iba a dudar de su juicio. Pero yo había sido la favorita de mi Señor, y ahora, tras el fracaso con la profecía, él no estaba muy contento, y si Snape acababa la misión, sin duda pasaria a ser el predilecto del Señor tenebroso, y yo, ¡que había pasado años de torturas en Azkaban quedaría relegada a un segundo puesto!

Aunque, bien mirado, lo ocurrido en el ministerio no había acabado tan mal; yo me había cobrado la muerte de mi primo: Sirius Black, aquel traidor... Protegiendo al "Elegido", el favorito de Dumbledore, el niño con suerte que se escapó de las manos de mi Señor por casualidades y ayuda ajena... Pero no, yo no debía asesinarlo, él era del Señor Tenebroso... Pero quizá pudiera ocuparme de aquel Weasley traidor a la sangre que siempre andaba con él... O cualquiera de su familia de sucios traidores. ¡Por no hablar de esa asquerosa sangre sucia de la que no se despegaba! Ah, la próxima vez que la viera la mataría la primera... O mejor, al joven Longbottom, que podría envíar con sus queridos padres...

- Eres tú, Bella -me dijo Cissy, apenas me di cuenta de que había llegado a la puerta de la casa-. Pasa, pasa.

Entré en aquella especie de mansión que poseía mi hermana, y fui hasta el salón, donde me senté con mi hermana en dos butacas verde esmeralda. Entonces observé que lloraba.

- Cissy, a tu hijo le ha sido concedido un honor por el que muchos de nosotros mataríamos -le dije, inclinándome hacía ella-. ¡Lograreis la gloria máxima si lo consigue!

Entonces ella lloró con más fuerza, se levantó, y se tiró del pelo. Parecía desesperada.

- ¿Es que no lo entiendes Bellatrix? -me gritó-. ¡Es solo un niño! ¡Esto es solo el castigo por el fracaso de Lucius! Nunca lo conseguirá, y entonces el Señor Tenebroso...

- ¡El Señor Tenebroso os da la oportunidad de enmendar los errores de tu marido, Cissy! -la interrumpí bruscamente, incorporandome, aunque tampoco creí que hubiera sido capaz de terminar la frase-. Y de cualquier manera el trabajo no va a quedar sin hacer. Te recuerdo que un Juramento Inquebrantable no se puede romper -zanjé, aún algo recelosa a confiar en Snape.

Entonces se oyó un ruido entre dos estanterías. Me levanté de inmediato y me dirigí a zancadas hacia allí, para encontrarme el asqueroso rostro de Colagusano. Lo agarré del cuello de su túnica, lo saqué de allí de un empujón y lo tiré al suelo.

- ¡Tú, sucia rata! ¡¿Otra vez escuchando conversaciones ajenas?! -él debía de estar allí porque la casa de Snape habría quedado vacía al empezar el curso. Lo apunté con la varita.

- Colagusano, traenos unos whiskys de fuego -ordenó mi hermana, más serena, desde el sillón en el que se había vuelto a sentar.

- De inmediato, señoras -dijo con un tono aliviado, y salió corriendo.

Me senté de nuevo con mi hermana, en silencio.

- ¡DEPRISA, RATA INMUNDA! -voceé, y a los pocos segundos apareció Colagusano con dos copas que contenían un líquido oscuro. Tras dárnoslas, salió corriendo de la estancia.

- ¡Por el Señor Tenebroso! -brindé, y vacié mi copa de un trago.

Casting original:

Estoy en duda sobre tu cásting, veras, eso si no me equivoco sucede en el libro siete y siendo que estamos en el sexto año. Por esta razón he de pedirte que vuelvas a hacerlo totalmente diferente a este y que se centre en sexto año. ¡Suerte!

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