Casting para Remus J. Lupin

Los personajes sonreían y agitaban sus manos alegres desde aquella foto color sepia. La siluetas de Dumbledore mucho más joven, McGonagall, Marlenne, Alice y Frank se apretujaban en aquella foto pero los ojos grises de aquel hombre ensombrecido por las circunstancias de su vida estaban fijos en unos personajes muy concretos. James Potter, ese hombre valiente y sonriente que saludaba tras sus gafas redondas manteniendo sujeta por la cintura a su querida esposa Lily Evans. Una chica realmente brillante, una pelirroja que pudo demostrar al mundo entero que ser hija de muggles era un orgullo. Al lado de ellos un guiño socarrón y seductor a la vez era reproducido por la imagen de un joven Sirius Black tan alegre y gamberro como siempre, el pelo oscuro revuelto y la sonrisa de suficiencia impresa en los labios. Remus tan solo pudo suspirar con nostalgia sosteniendo con fuerza aquella foto, aquel único retal de recuerdos que le quedaba. Ahora todos habían muerto. Los primero en caer fueron Lily y James. Una tragedia, un vil asesinato un cruento final para una pareja tan maravillosa. El hombre lobo aun podía recordar esa horrible noche, podía recordar lo destrozaba que estaba aquella casa cuando llegó, los cuerpos de Lily y James en el suelo sin vida y un único niño que sobrevivió. La comunidad mágica explotó de júbilo y Remus se sintió más desolado que nunca. Esa noche no solo había perdido a dos de sus mejores amigos, sino que el tercero supuestamente fue asesinado por Sirius. Condenado en Azkaban durante catorce años.

Remus recordaba lo jubiloso que se había sentido cuando hacía dos años Sirius escapó y por fin la verdad fue revelada. Ya no estaba solo en el mundo, había recuperado a uno de sus amigos, a uno de sus hermanos ¿y ahora? Sus pulgares se clavaron en la foto. Ahora ya tampoco estaba, su propia prima le había dado muerte en el Ministerio de Magia había caído en aquel arco para nunca volver. La desolación volvía a invadirlo como aquella noche porque no había podido hacer nada para evitar que su mejor amigo cayera delante de sus propios ojos. Un gruñido entre furioso y triste fue lo único que pronunció enterrando la foto en el bolsillo de su chaqueta mientras con la otra mano le daba un fuerte golpe a un jarrón de porcelana que cayó al suelo estrepitosamente rompiéndose en muchos fragmentos diferentes. Derrotado, aun más que cuando había luna llena, se dejó caer apesadumbrado sobre la cama de la habitación que Sirius le había cedido en su propia casa. Nada tendría que haber terminado así. Él era el monstruo, el debía haber caído en lugar de sus buenos amigos. James y Sirius siempre habían sido buenas personas, hombres valientes y con un gran corazón que ahora serían recuerdos en las mentes de las personas que los quisieron.

El reflejo de un hombre cansado y estropeado, con varias cicatrices menores en la cara y el cuello que denotaban que ser hombro lobo no era divertido, le devolvió esa mirada sin brillo, extinta de luz. Tan solo gris opaco y cada vez más oscuro. Peter era el único que tendría que haber muerto. Sí era rata traidora merecía mil veces la muerte y la muerte precisamente a manos de uno de los amigos que había traicionado. Enfurecido consigo mismo, con Peter y con el mundo en general volvió a ponerse en pie esta vez varita en mano dispuesto a lo que fuera pero entonces una voz desde lo profundo de su cabeza resonó con fuerza “Lunático tu siempre eres el sensato, tu nunca harías nada incorrecto”. Parecía que aun desde el otro lado James y Sirius velaban por él, velaban por su seguridad. Si mataba a Peter sería un asesino, realmente sería un monstruo. Volvió a suspirar cargado de frustración, impotente y dolido - Remus - lo llamó una voz susurrante desde la puerta. Tonks entró sin pedir permiso y aun menos preguntó si podía abrazarse a él con tal fuerza que de haber sido más delgado lo habría quebrado. Remus estático no se movió. Su primer impulso fue alejarla como hacia siempre porque era peligroso y demasiado nocivo para ella. Pero en ese instante no pudo, en ese instante sus brazos rodearon su espalda y la apretaron contra su pecho cerrando los ojos mientras una única lágrima caía por su mejilla. Quizás no se había quedado solo después de todo, quizás aun había gente que no lo tratarían como un monstruo, quizás aun tenía un papel importante que cumplir junto a Harry, Tonks, Ron, Hermione y toda la Orden en general. No podía rendirse y caer en la desolación, James y Sirius no lo habrían querido así.

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